“Ahora, Dios mío, te ruego que tus ojos se mantengan abiertos, y atentos tus oídos a las oraciones que se eleven en este lugar”.

2o. Libro de las Crónicas 6:42

A partir del versículo 12 de este Libro se narra que el Rey Salomón del pueblo de Israel, subió a una plataforma e inició su oración de consagración del Templo que mandó a construir, ya que su padre David aunque tuvo el deseo no pudo hacerlo porque Dios se lo prohibió. El había sido un tremendo guerrero lo demostró en las guerras que enfrentó ante las naciones enemigas de Israel para defender a su pueblo y defender el territorio del país y de la ciudad capital Jerusalén. David fue exitoso en todo, pero había derramado mucha sangre; eso es el obstáculo para lograr su anhelo de construir una casa para Dios. Fue entonces que su hijo Salomón que siendo muy exitoso, fue quien construyó este grandioso y hermoso templo en la ciudad de Jerusalén. Fue una de las maravillas que la historia universal reconoce. Usó oro para revestir ciertas áreas, también en el techo que a los lejos brillaba con el sol y los peregrinos podían expresar su alegría porque les queda poca distancia para llegar a su ciudad.

En ese día Salomón expresaba sinceramente que todos los que se acercaran al templo de Dios recibieran la respuesta a sus oraciones. Cada israelita recibía la bendición como respuesta a sus oraciones. Todo el pueblo se sentía orgulloso de este lugar santo, traían sus animales para el sacrificio como ofrenda al Dios de Israel.

Todos los templos edificados desde entonces, y dedicados para a Dios en cualquier país del mundo son de mucha bendición para todos los creyentes en Jesucristo. Cuando nosotros asistimos a alguna Casa de Oración con sincera devoción a nuestro Dios, somos bendecidos, porque nuestras oraciones de peticiones en ese lugar son oídas y mejor respondidas. Salomón tuvo razón al pedir que quien orara en el Templo de Dios que dedicaba, fuera oído por Dios y recibiera la respuesta a sus oraciones. Porque en ese lugar, El estaría presente al invocar su presencia.

Lee 2 Crónicas 6:12-42