En él tenemos la redención mediante su sangre el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. El nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo. Para llevarlo acabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.

Efesios 1:7-10

El apóstol Pablo continúa presentando a sus lectores las bendiciones espirituales que cada uno de ellos recibirán por su fidelidad a Cristo Jesús, eso nos incluye también a nosotros. Es muy grande esta bendición, hemos sido redimidos por la muerte de Jesús, es decir, el pagó nuestro rescate, no había una manera de nuestra reconciliación con Dios solamente por el sacrificio de su amado Hijo. Incluye el perdón de nuestros pecados.

Los pecados son una deuda que tenemos con Dios y sin arrepentimiento no hay perdón y sin un Salvador que pague nuestra deuda tampoco hay perdón, exonerarnos, justificarnos y declarándonos inocentes, sin pecados y eso fue posible solo por el sacrificio único y perfecto de Cristo en la cruz del Calvario. Ahora ya somos libres, no hay más deuda, ni culpa. Eso era un misterio pero Dios lo hizo posible por medio de Jesucristo en el tiempo señalado y oportuno. En Cristo Dios reunirá todas las cosas que hay en la tierra y las que hay en el cielo. Es un poco incomprensible pero Jesús tiene todo poder y autoridad para ejercer los juicios venideros para la humanidad no arrepentida y que no ha confesado a Cristo como su salvador, redentor y Señor. El lo hará cuando regrese a este planeta para establecer su reino, y efectuará su tribunal para premiar a sus fieles seguidores y el juicio de las naciones para juzgarlos y dictar su sentencia.

El profeta Joel escribió “En el cielo y en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible” (2:30-31)…¡prepárate para venir al encuentro al encuentro de tu Dios…” (profeta Amós 4:12b). Debemos tener esta preparación en una relación justa y correcta con Dios y con Cristo.

Lee Efesios 1:7-10, Joel 2:30-32