Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
Evangelio de Juan 5:24
El ser humano, en sus momentos de crisis previo a su muerte física, algunos no saben a donde va ir su alma o espíritu; otros no creen en la existencia espiritual después de que el cuerpo muera; otros creen que se quedarán en el sepulcro, sueño del alma, a otros más no les importa; otros si tienen la convicción a donde van a ir, al cielo de Dios o al infierno.
Jesucristo, que venía del cielo antes de su encarnación en el seno de la virgen María, sí le interesó invitar a la gente a que consideraran su futuro en base a una decisión. Primeramente: oír su palabra. Es decir, creer en su palabra, recibirla y atesorarla para tener la convicción de lograr vida eterna al morir físicamente, su alma o espíritu trascendería al cielo o paraíso de Dios reservada para todos los que creyeran en la enseñanza y promesa de Jesús, quien era Hijo del Dios eterno, el Mesías prometido al pueblo de Israel y para salvación a todo aquel gentil o de otra raza que creyera en él como Salvador. También agregó, que las personas que desearan esa vida eterna tenían que reconocer y creer en el que lo había enviado, es decir, Dios, su Padre. Porque la incredulidad de sus oyentes fue rechazar que Jesús fuera Hijo del Dios eterno, creador de todo lo que existe. Además, invitó a recibir la vida eterna por fe, los cuales no serían juzgados en el futuro, cuando todo ser humano, ricos y pobres, cultos e incultos tendrán que comparecer ante tribunal de Dios para ser juzgados de sus acciones en este mundo terrenal y por su incredulidad habiendo rechazado con indiferencia a Jesús el Cristo como el único medio de salvación y alcanzar la vida eterna con Dios. Jesús aseguró a sus discípulos y oyentes que los que creyeran en estas dos condiciones señaladas, han pasado de la muerte eterna a la vida eterna.
Ahora nos toca a nosotros los de este tiempo tomar una decisión oportunamente de creer y recibir como el único medio a Cristo Jesús como Salvador y Señor, habiendo reconocido que somos pecadores y en arrepentimiento sincero pedir el perdón a Dios por nuestros pecados e invitar a Jesús a entrar a nuestra vida y que salve nuestra alma, para vivir eternamente con Dios y no ser juzgados.
Lee Juan 5:21-30