“Adora al Señor tu Dios, y El bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda enfermedad”.
Libro de Éxodo 23:25
El líder Moisés del pueblo de Israel por parte de Dios les dio leyes, preceptos, mandamientos e instrucciones. Una de ellas era la adoración solamente al único Dios vivo y verdadero, quien los había liberado de la esclavitud por 430 años que estuvieron en el país de Egipto. En su caminar hacia la tierra prometida que iban a heredar se encontrarían con poblaciones paganas e idólatras, este es el motivo de las advertencias e instrucciones que estaban recibiendo para que no se dejaran seducir por esos pueblos y creer aceptando esos falsos cultos, porque el Dios de Israel era fuerte y celoso, El los había escogido para que fueran una nación santa o consagrada solamente a El. También en la advertencia estaba implícita el no unirse con ellos en relaciones maritales, como tampoco dar en esas relaciones a sus mujeres porque eso traería para ellos la influencia pagana. Se les demanda una adoración exclusiva y pura solamente al Señor de los ejércitos. Si cumplían con este mandato habría bendiciones para todos ellos como pueblo y estas bendiciones serían que nunca les faltaría el alimento, Dios siempre les proveería así como el agua para saciar su sed en ese desierto y tierra inhóspita.
El Señor comenzó a cumplir sus promesas. De día una sombra les cubría del sol intenso y por las noches un fuego les alumbraba el camino. Además habría una maravillosa bendición, Dios evitaría que ninguna enfermedad les azotara, tendrían una salud óptima para continuar su marcha sin ningún impedimento.
Cuando nosotros somos adoradores en espíritu y en verdad hay también bendiciones, el Señor nos provee de trabajo para que el sustento diario nunca nos falte, también una vivienda, todo recurso que necesitamos y salud física, mental y emocional. Su Espíritu fortalece nuestra fe y nos ayuda en nuestra adoración a Dios. Es importante ser fieles a El en todo y en toda circunstancia. Lo mejor está por venir, “Se fiel hasta la muerte y Yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Lee Éxodo 23:23-33