Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra confianza. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos que pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Carta a los Romanos 8:24-26
El Espíritu Santo es una Persona, la tercera persona de Dios o de la Trinidad. La Biblia dice de él en términos vitales, declara sus atributos, sus facultades, su oficio, su misión, su carácter y expone aún sus emociones, es muy sensible al dolor y al sufrimiento humano, porque es una persona. El nos ayuda a no perder la esperanza ante situaciones difíciles que enfrentamos, a estar firmes en la confianza en Dios que el proveerá a nuestras necesidades, a la solución de los problemas que tengamos. En nuestras debilidades emocionales Él acude a ayudarnos, nos fortalece, nos consuela y nos anima a no claudicar en nuestra fe. Cuando oramos Él intercede por nosotros, perfeccionando nuestra oración.
El Espíritu Santo es una Persona Divina, es de la misma esencia del Padre celestial y del Hijo porque es una persona divina se le llama Creador (Job 33:4; Salmo 104:29-30, etc.). Se le atribuyen las perfecciones de Dios: Todo lo sabe (Isaías 40:13-14), está en todas partes (Salmo 139:7), es todopoderoso (1Corintios 12:11).
El Espíritu Santo Tiene una Obra que Cumplir. En cuanto a la humanidad su misión es convencer de pecado a cada persona. De justicia, que Dios fue satisfecho en su justicia respecto a que el hombre era culpable pero Cristo al morir pagó a esa justicia por eso el hombre puede ser perdonado de sus pecados y justificado declarado inocente. De juicio porque si el hombre no se arrepiente y recibe la salvación solamente en Jesucristo tendrá que enfrentar el juicio de Dios y será condenado. Dependamos del Espíritu Santo, porque él está en nosotros y con nosotros.
Lee Romanos 8:24-27