Salmo 34 de David

La felicidad genuina es un contentamiento de vida, expresada en gozo, en alegría, en manifestaciones de júbilo que invade todo el ser. Un estado de ánimo que se complace ante una experiencia agradable, particularmente cuando se confía en la protección de Dios.

David huía de los enemigos de su propio pueblo y la incongruencia es ir a refugiar con los enemigos de ellos. De ésta experiencia difícil y un tanto chusca; para salvar la vida actuó como demente. Después que fue arrojado de la presencia del rey Abimelec escribió esta excelente oración.

“Bendeciré al Señor… mis labios lo alabarán. Mi alma se gloría en el Señor… engrandezcan al Señor… exaltemos su nombre. Radiantes están los que acuden a Él… felices los que en Él se refugian…”

Su confianza no fue defraudada y comparte con sus lectores las muchas formas en las que Dios actúa a favor de sus hijos o creyentes en Él. “Busqué al Señor y Él me respondió; me libró de todos mis temores… de todas mis angustias… Su ángel acampa en torno a los que le temen para librarlos…Él es bueno… nada les faltará a los que le temen… los que lo buscan no les falta nada… sus oídos, atentos a sus oraciones. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido… Él los librará de todas sus angustias. El Señor libra a sus siervos; no serán condenados lo que en Él confían.”

Si tienes afectadas tus emociones, tu salud mental ó tu salud física ó si tienes dificultad en el campo laboral, ó en la escases material, derrama tu alma al Señor, confía en Él y Él te responderá y te librará de todas tus preocupaciones.

– Pastor Orel Ochoa (extraído del libro Meditaciones en los Salmos del Rey David)

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