“Ustedes los cielos, !griten de alegría! !Tierra, regocíjate! Montañas, !prorrumpan en canciones! Porque el Señor consuela a su pueblo y tiene compasión de sus pobres. Pero Sión dijo: —El Señor me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí — ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, !yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes.”

Profeta Isaías 49:13-16

El término compasión es la traducción del hebreo “Rekem”. Esto es, entender la compasión del vínculo emocional entre un padre y su hijo y es la palabra que Dios utiliza para describirse a sí mismo.

Leamos: Pasando delante de él, proclamó: “El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y  harta generación (Éxodo 34:6-7). Dios es un Padre compasivo, lo demostró con su pueblo hebreo, después Israel y judíos, un pueblo obstinado difícil de gobernar por sus líderes, Dios varias veces los puso a prueba cayendo sobre ellos diferentes calamidades, guerras y llevados a un exilio en otras tierras, hasta que pasó el castigo de Dios volvieron a su país; y otras épocas continuaron sufriendo el acoso de naciones enemigas, sufrieron el holocausto alemán y en la actualidad sufren el acoso de sus enemigos árabes, iraníes, sirios, libanés y otros. Aun Dios ha mostrado una y otra vez su compasión y protección.

Jesucristo demuestra cómo luce la compasión de Dios por medio de su vida como el Mesías prometido a su pueblo judío y de bendición para los gentiles. Jesús siempre fue compasivo, con los pobres e indefensos, los enfermos, endemoniados, con los pecadores y aún con sus enemigos. Tanto el Padre Dios como su Hijo Jesucristo continúan ejerciendo su bondad y compasión a todo aquel que acude a Él rogando en oración la bendición y la solución a su necesidad.

Considéralos en tus problemas, tus enfermedades, en tus relaciones inadecuadas, tus necesidades, también en tus planes y actividades laborales. Acude a Dios por medio de Jesucristo.

Lee Isaías 49:8-18