El Problema de Familia, regida por los apetitos carnales y no por Dios
Debemos tener mucho cuidado con esas oportunidades que nos presenta la vida, las cuales aunque apetitosas pueden causar daño a otros y consecuencias fatales a ellos y a nosotros. Debemos huir de esas tentaciones y dejar que el Espíritu Santo nos controle, a través del dominio propio que es una maravillosa característica del fruto del Espíritu. La palabra de Dios nos advierte del acoso del león rugiente, el diablo que desea devorarnos, hacernos caer porque su intención primordial es que ofendamos a Dios y lastimar su amor que tiene por nosotros.
A Dios le importas, Él te da el valor de un hijo amado, nunca te subestima, cree en tus capacidades y habilidades que tienes, confía en ti y si lo defraudamos no nos lo reprocha, esperando de nosotros, que reconozcamos que nos equivocamos, espera nuestro arrepentimiento. Si caemos en una mala trampa del enemigo de Dios por no resistir, sufriremos las consecuencias que afectarán a otros y a nosotros mismos. Cuando suceda no culpemos a nadie, muchos menos a Dios. No claudiques ante un plato de lentejas, porque tú vales más que eso. Apréciate, valórate y ten paz.
Lee Génesis 28:10-15