“Adora al Señor tu Dios, y El bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda enfermedad.”

Éxodo 23:25

En este segundo libro de la Biblia, Éxodo, que explica la salida de la esclavitud de Egipto del pueblo de Israel bajo el mandato de Dios y como líder Moisés. También se puede decir que este libro es la explicación de la redención de este pueblo. Y Moisés es un tipo de Jesucristo nuestro Redentor.

En este libro de instrucciones hay una ley, mandamientos y preceptos. En estos versículos del capítulo 23 hay un mandato: “Adora al Señor tu Dios”. Porque es el único digno de adoración y de obediencia, los otros supuestos dioses son ídolos de piedra, de madera, de metales; oro y plata con representaciones grotescas de animales, aves o humanos deformes. Las supersticiones eran notorias en Egipto y en todo el territorio del país, había una influencia de idolatría a todos los pueblos que estos tenían en esclavitud, y se les obligaba a practicar todo culto y sacrificios a estas supuestas deidades. El mandato de Dios, que era un Dios celoso y el único que existía eternamente no podía aceptar que su pueblo se inclinara a estos ídolos para rendirles culto. El mandato era “Adora al Señor tu Dios”, en otra parte de los libros de instrucciones dice: “solamente”. Es una verdad incuestionable, porque el celo del Señor es, no compartir su gloria con el paganismo. Así como hay consecuencias en la desobediencia a sus mandatos, hay también recompensas y bendiciones en la obediencia. El Señor de los ejércitos declara que si hay obediencia, “Él bendeciría su pan, su agua y los libraría de toda enfermedad.” Y El cumplió su promesa, pero cuando el pueblo de Israel desobedecía, les llegaba a manera de castigo todos los males que sufrían los pueblos paganos.

Esto debemos aplicarlo a nuestra relación con el Señor nuestro Dios por medio de Jesucristo e inducidos a la obediencia por el Espíritu Santo, la obediencia es superior que todo vano sacrificio. Nosotros no buscamos esos dioses paganos, pero idolatramos cosas materiales, nos alejamos de depender solamente en nuestro Dios para recibir estas y otras bendiciones materiales y hasta aún por no padecer enfermedades. Son nuestros descuidos y la desobediencia que nos afectan en nuestro trabajo, negocio o economía y llega la enfermedad a veces incurable y en algunos casos, la muerte. Es muchísimo mejor estar bien con el único y soberano Dios, somos sus hijos y le agrada que lo obedezcamos en todo lo que pide y en todo tiempo.

Lee Éxodo 23:20-25